La semana pasada traté a una paciente que venía de terminar los 101 Km de Ronda. Mi admiración por ser capaz de terminar semejante desafío. Mucho mayor si tenemos en cuenta como traía los pies de ampollas... pobrecita.
La verdad es que cada vez que trato a algún participante de ésta prueba, no puedo evitar que se me dibuje en la cara una sonrisilla y recuerdo las veces que yo mismo he sido voluntario en la misma, dando asistencia podológica a numerosos corredores/as, los cuales en la mayoría de los casos iban ya pidiendo "las mulillas" si hacemos un símil taurino. Recuerdo esas noches interminables pegados al cortado de Ronda, el estar todo el día "aburrido" en el cuartel hasta que por arte de magia aquello parecía el metro de Tokio en hora punta, teniendo que atender a corredores tumbados en mesas o en el suelo porque las camillas no daban a basto. En fin, locuras de juventud... Aunque no descarto volver algún año, la verdad es que me encanta ese ambiente "de trinchera" nunca mejor dicho.
Por ello me surgió una reflexión relacionada con esto de correr. Llega el buen tiempo, o eso queremos creer, y como es costumbre, a muchos nos da por hacer algo de deporte. Desde hace unos años se esta poniendo muy de moda el salir a correr, o como lo llaman ahora el "running", que es lo mismo pero mas "cool". Vamos, calzarse las zapatillas y a trotar!!
Y ésto nos lleva a ciertos problemas para los que no somos habituales en éstas lides. Problemas que pueden tener una sencilla solución con una correcta preparación, no sólo física, y sabiendo bien lo que hacemos. Es hora de desterrar algunos mitos y de aclarar un poco algunos conceptos para que nuestros pies no sufran demasiado si decidimos salir a la calle y hacer kilómetros, muchos o pocos.
A lo largo de un 10K tus pies impactan contra el suelo unas 12.000 veces, y hasta 50.000 veces en un maratón, lo que se traduce en unas cuantas toneladas de peso que han tenido que aguantar tus pobres pies. Por eso, no es de extrañar que alguna vez surja algún tipo de problema cutáneo en los mismos.
¿Sabes cuál es la lesión cutánea del pie más habitual? Seguro que ya la has padecido, se trata de las ampollas, aquellas que afectan directamente a la piel de tus pies y que, si bien no llegan a ser peligrosas, te pueden incapacitar durante una carrera u obligarte a parar por unos días.
Pocos son los que consiguen escapar, tras una larga temporada de entrenamiento, a las ampollas, uñeros, durezas, uñas encarnadas o rozaduras. Obviamente, como en la mayoría de las lesiones, aparecen sin previo aviso, aunque las cutáneas son consideradas como las más banales y fáciles de curar.
Debes saber que hay dos factores que incrementan el riesgo de su aparición: la sudoración asociada al calor y el aumento de la permeabilidad de la piel asociada a la humedad. Te describimos cómo tratar las principales lesiones cutáneas (ampollas y uñas encarnadas).
AMPOLLAS
La ampolla es, básicamente, una quemadura provocada por un exceso de fricción entre dos capas de piel (dermis y epidermis).
Esta lesión es el resultado de los dos factores de los que hablábamos anteriormente (calor y humedad) junto con el rozamiento excesivo. La mayoría de las ampollas nacen en el antepié (parte delantera del pie) y, en todos los casos, nunca hay que dejar que las ampollas se rompan por sí mismas.
Una buena forma de tratarlas es limpiándolas con agua y jabón previamente, antes de proceder, con una aguja esterilizada, a pincharla para extraerle todo el líquido acumulado. Una vez esté drenada, coloca un apósito que actúe como desinfectante, pero nunca dejar un hilo atravesando la ampolla. Es un error muy extendido entre los corredores y puede dar lugar a infecciones superficiales y otras complicaciones.
UÑAS ENCARNADAS
Representan la segunda causa de lesión cutánea más común en los corredores, además de ser la más peligrosa porque podría llegar a complicarse tanto que se deba operar el pie.
Esta lesión se trata de un proceso inflamatorio que, en muchas ocasiones, da lugar al enrojecimiento de la zona, y que consiste en que la lámina ungueal penetra en las partes blandas del dedo provocando sensibilidad en los casos más leves e inflamación con presencia de infección en los más graves. Suele producirse por la presión que ejerce el calzado al caminar o correr.
El mejor tratamiento posible es su prevención, para ello es primordial cortarse las uñas de los pies en su justa medida, ni muy cortas (las uñas crecen en direcciones opuestas), ni muy largas (las uñas rozan con la zapatillas durante los descensos).
CONSEJOS ANTES, DURANTE Y DESPUÉS DE LA CARRERA
- Antes: una semana antes de la carrera, hidrata la piel a través de lociones con urea si tienes la piel seca. Córtate las uñas en recto, y si sudas mucho, aplica polvos de talco entre el pie y el calcetín.
- Durante: utiliza los calcetines y zapatillas con los que entrenes habitualmente (no estrenes nada el día de la carrera). Usa calcetines con tecnología Coolmax y aplícate apósitos hidrocoloides tipo Compeed en las zonas de roce (según tu experiencia), pero hazlo siempre antes de empezar a correr, no cuando ya han aparecido las ampollas.
- Después: sumerge el pie en agua fría durante algunos minutos y, ¿por qué no?, cálzate las chanclas para que el pie vuelva a respirar.